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Oremos:
Padre nuestro,
Al estudiar esta lección, pedimos que nos ayudes a comprender el mensaje más importante de las Escrituras: la salvación por gracia a través de Jesucristo.
En cuyo Nombre oramos,
Amén.
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Romanos 3:10
Está escrito: «No hay justo ni aun uno.»
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Romanos 3:23
Porque todos pecaron y no alcanzan la gloria de Dios.
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En las dos lecciones previas, vimos cómo apareció el mal en el mundo, y como el hombre, al elegir desobedecer a Dios, heredó una naturaleza pecaminosa, de la que no puede deshacerse por sí mismo.
Esta triste condición lo llevaría finalmente a la muerte eterna.
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Juan 14:6
Jesús le dijo [a Tomás]:
«Yo soy el camino, la verdad y la vida; nadie viene al Padre, sino por Mí.»
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Hechos 4:12
Y en ningún otro [más que en Jesús] hay salvación, porque no hay otro nombre debajo del cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos.
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También hemos visto que Dios, por el grande amor que tiene hacia la humanidad caida, ideó un plan a través del cual podemos obtener la vida eterna y no la muerte.
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Marcos 10:17
Cuando salía [Jesús] para continuar Su camino, un hombre vino corriendo, se puso de rodillas delante de Él y Le preguntó:
«Maestro bueno, ¿qué haré para obtener la vida eterna?»
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Hechos 16:29,30
Entonces [el carcelero] pidió luz y se lanzó adentro, y se postró temblando ante Pablo y Silas.
Sacándolos afuera, les dijo: «Señores, ¿qué debo hacer para ser salvo?»
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¿Qué debo hacer para ser salvo?
Busquemos la respuesta en la Biblia.
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Hechos 2:37,38
Entonces, cuando oyeron esto, se afligieron de corazón y dijeron a Pedro y a los otros apóstoles:
«Hermanos, ¿qué haremos?»
Pedro les dijo: «Arrepentíos.»
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Lucas 13:3
[Jesús dijo:] «Si no os arrepentís, todos pereceréis igualmente.»
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El primer paso es el arrepentimiento.
Debemos reconocer que somos pecadores, arrepentirnos de nuestra condición pecaminosa y aceptar nuestra necesidad absoluta de un Salvador.
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1 Corintios 2:14
Pero el hombre natural no acepta las cosas que son del Espíritu de Dios, porque le son locura; y no las puede comprender, porque se han de discernir espiritualmente.
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Desafortunadamente el hombre, manchado por el pecado por miles de años, no puede arrepentirse por sí solo.
Entonces, ¿qué debemos hacer para experimentar el arrepentimiento?
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Hechos 5:31
A éste [Jesús], Lo ha enaltecido Dios con Su diestra como Príncipe y Salvador, para dar a Israel arrepentimiento y perdón de pecados.
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Salmo 51:10
Crea en mí, oh Dios, un corazón puro y renueva un espíritu firme dentro de mí.
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La respuesta es directa: debemos pedir la ayuda de Dios para experimentar el arrepentimiento.
Dios nos hará sentir nuestra condición pecaminosa, y nuestra necesidad de un Salvador.
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Ezequiel 18:30,31
Arrepentíos y volved de todas vuestras transgresiones, para que la iniquidad no os sea causa de tropiezo.
Echad de vosotros todas vuestras transgresiones que habéis cometido, y adquirid un corazón nuevo y un espíritu nuevo.
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El arrepentimiento verdadero, dado por Dios, nos lleva a reconocer nuestra miseria espiritual, nuestra culpabilidad y lo horrible del pecado.
Por lo tanto, nos prepara para la segunda etapa: la confesión de nuestros pecados.
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Proverbios 28:13
El que encubre sus pecados no prosperará, pero el que los confiesa y los abandona alcanzará misericordia.
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Para ser librados de la culpabilidad de nuestros pecados del pasado, debemos venir ante Dios humildemente y confesarlos.
El pecador arrepentido no trata de justificar sus errores. Simplemente los reconoce y pide a Dios perdón por ellos.
Si nuestra confesión es sincera, trataremos de enmendar aquellos actos que pueden haber dañado a otros. Este paso es muchas veces doloroso, pero al final trae consigo gran satisfacción.
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Salmo 51:1-3
Ten piedad de mí, oh Dios, conforme a Tu misericordia. Por Tu abundante compasión, borra mis rebeliones.
Lávame más y más de mi maldad, y límpiame de mi pecado.
Porque yo reconozco mis rebeliones.
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El Salmo 51, escrito por David, es un brillane ejemplo del tipo de confesión que Dios espera de nosotros: reconocer nuestros pecados, sin justificarlos, y humildemente pedirle a Dios que los perdone.
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Lucas 15:21
El hijo le dijo:
«Padre, he pecado contra el cielo y ante ti, y ya no soy digno de ser llamado tu hijo.»
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Lucas 19:8
Entonces Zaqueo, puesto en pie, dijo al Señor:
«He aquí, Señor, la mitad de mis bienes doy a los pobres; y si en algo he defraudado a alguno, se lo devuelvo cuadruplicado.»
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Por lo tanto, este es el segundo paso en el plan de salvación: confesión sincera de nuestros pecados, y tanto como nos sea posible, enmendar el daño que ellos hayan causado.
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Lucas 5:21
¿Quién puede perdonar pecados, sino sólo Dios?
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Muchos enseñan que Jesús dió autoridad a los apóstoles (e incluso a Pedro) de escuchar las confesiones de los hombres y perdonarles sus pecados en el nombre de Dios.
Esta creencia viene de una interpretación erronea del siguiente versículo...
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Mateo 16:19
[Jesús dijo a Pedro:]
«A ti Te daré las llaves del reino de los cielos. Todo lo que ates en la tierra habrá sido atado en el cielo, y lo que desates en la tierra habrá sido desatado en los cielos.»
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A pesar de las claras enseñanzas de la Biblia, las cuales nos dicen que sólo Dios puede perdonar pecados, hay algunos que entienden que en estos versículos Jesús confirió a Pedro el poder de otorgar o negar el perdón de los pecados.
Pero, prestemos mucha atención al siguiente versículo...
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Hechos 8:20,22
Entonces Pedro le dijo [a Simón el mago]:
«(...) Arrepiéntete, pues, de esta tu maldad y ruega a Dios, si quizás te sea perdonado el pensamiento de tu corazón.»
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Escandalizado por el ofrecimiento de Simón el mago, quien quiso comprar el Espíritu Santo, Pedro no decidió si lo perdonaría o no. Simplemente le dijo que orara a Dios para obtener el perdón.
¿Qué quiso decir Jesús al pronunciar estas palabras? «Todo lo que ates en la tierra habrá sido atado en el cielo, y lo que desates en la tierra habrá sido desatado en los cielos.»
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2 Corintios 2:15,16
Porque para Dios somos olor fragante de Cristo en los que se salvan y en los que se pierden.
A los unos, olor de muerte para muerte; mientras que a los otros, olor de vida para vida.
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Pedro y los apóstoles no recibieron el poder de otorgar ni retener el perdón de los pecados de los hombres. Lo que recibieron fue la misión de predicar el Evangelio de Cristo.
Al presentarles este Evangelio, los cristianos llevan a quienes lo escuchan a un momento decisivo: rechazar o aceptar a Jesús como Salvador personal.
La decisión tomada atará o desatará a esta persona en los cielos.
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Salmo 32:5
Mi pecado Te declaré y no encubrí mi iniquidad.
Dije: «Confesaré mis rebeliones a Jehovah.»
Y Tú perdonaste la maldad de mi pecado.
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Esdras 10:11
Ahora pues, haced confesión a Jehovah, Dios de vuestros padres.
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Sólo Dios tiene el poder de perdonar nuestros pecados.
Por lo tanto, debemos confesarlos a El únicamente, sin ningun otro Mediador que no sea el Mismo Jesucristo.
Pantalla 17
Isaías 55:7
Deje el impío su camino, y el hombre inicuo sus pensamientos. Vuélvase a Jehovah, quien tendrá de él misericordia; y a nuestro Dios, quien será amplio en perdonar.
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1 Juan 1:9
Si confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad.
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El tercer paso en el plan de salvación divino es: aceptar incondicionalmente el perdón de Dios y creer que es cierto.
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1 Juan 1:7
La sangre de Su Hijo Jesús nos limpia de todo pecado.
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Romanos 5:9
Luego, siendo ya justificados por Su sangre (...).
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La única manera de ser justificados, es decir, hechos justos delante de Dios y Su ley, es aceptar a Jesús como Salvador personal.
Su sangre, derramada en la cruz, al ser aceptada nos limpia de todos nuestros pecados, y la justicia de Cristo se convierte en la nuestra.
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Habacuc 2:4
El justo por su fe vivirá.
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1 Pedro 1:9
Obteniendo así el fin de vuestra fe, la salvación de vuestras almas.
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Hebreos 11:1
La fe es la constancia de las cosas que se esperan y la comprobación de los hechos que no se ven.
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Para salvarnos, Dios necesita nuestra cooperación: todo lo que necesitamos es tener fe y confianza plena en El.
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Efesios 2:8
Porque por gracia sois salvos por medio de la fe.
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Fe es poner toda nuestra confianza en Dios para salvarnos.
A través de la fe, creemos que el plan de salvación de Dios es todo lo que necesitamos para obtener la vida eterna.
Pero entonces, ¿qué podemos hacer para incrementar nuesra fe, o nuestra confianza en Dios?
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Romanos 10:17
Por esto, la fe es por el oír, y el oír por la palabra de Cristo.
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A través del estudio ferviente de la Biblia, con un espíritu sincero y humilde, cada uno de nosotros llegará a conocer más y más a Dios, y confiará más en El.
Nuestra fe en Dios y en Su plan de salvación crecerá cada día más. Y esta es exactamente la meta de estas lecciones.
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Juan 3:36
El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que desobedece al Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios permanece sobre él.
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Hechos 16:30,31
«¿Qué debo hacer para ser salvo?»
[Pablo y Silas] dijeron:
«Cree en el Señor Jesús y serás salvo, tú y tu casa.»
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Dios nos otorga Su salvación con una sola condición: que la deseemos con todo nuestro corazón.
Nos pide que creamos en El y que confiemos plenamente en Su plan de salvación.
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Gálatas 2:16
Ningún hombre es justificado por las obras de la ley, sino por medio de la fe en Jesucristo.
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El último punto que es esencial que comprendamos es: que no hay nada que podamos hacer para ganar nuestra salvación.
Ninguna obra, por grande que sea, puede contribuir en nuestra salvación del pecado.
La salvación es el regalo de Dios a nosotros, y la única obra aceptable es el sacrificio de Jesucristo en la cruz.
Leamos los siguientes versículos cuidadosamente...
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Tito 3:5
Él nos salvó, no por las obras de justicia que nosotros hubiésemos hecho, sino según Su misericordia.
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Efesios 2:8,9
Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios. No es por obras, para que nadie se gloríe.
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Se espera que el cristiano practique las buenas obras no PARA ser salvo, sino PORQUE es salvo.
Por favor, vuelva a leer la última frase, porque es de suma importancia que comprendamos ese punto correctamente.
Pantalla 25
Isaías 64:6
Todas nuestras obras justas son como trapo de inmundicia.
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Romanos 3:10
No hay justo ni aun uno.
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Por lo tanto, debemos de recordar que: no podemos ganar nuestra salvación por nuestras buenas obras.
Nuestras buenas obras no nos justifican delante de Dios.
El único camino que lleva a la salvación se encuentra cuando reconocemos que somos impotentes para salvarnos a nosotros mismos, y aceptamos a Jesús como Salvador personal. Entoncés nos dará Su perfecta justicia.
Pantalla 26
Isaías 64:6
Todas nuestras obras justas son como trapo de inmundicia.
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Zacarías 3:3,4
Josué estaba delante del Ángel, vestido con vestiduras sucias. Entonces el Ángel habló y ordenó a los que estaban delante de Él, diciendo:
«Quitadle esas vestiduras sucias.»
Y a Josué dijo: «Mira que he quitado de ti tu iniquidad y te visto con ropa de gala.»
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La Biblia con frecuencia se refiere a la justicia del hombre como vestiduras sucias, pero a la de Cristo como ropa blanca y limpia.
Pantalla 27
Lucas 15:21,22
El hijo le dijo:
«Padre, he pecado contra el cielo y ante ti, y ya no soy digno de ser llamado tu hijo.»
Pero su padre dijo a sus siervos:
«Sacad de inmediato el mejor vestido y vestidle.»
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En la parábola del hijo pródigo, Jesús usa esta ilustración de vestiduras sucias que son remplazadas por vestiduras limpias, para enseñarnos que, cuando Dios nos perdona, El remplaza nuestra justicia manchada por la perfecta justicia de Cristo, nuestro Salvador.
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Isaías 61:10
En gran manera me gozaré en Jehovah; mi alma se alegrará en mi Dios. Porque Él me ha vestido con vestiduras de salvación.
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Romanos 13:14
Vestíos del Señor Jesucristo.
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Se nos invita a aceptar a Jesucristo como nuestro Salvador personal, a vestirnos con Su ropa de justicia, Sus vestiduras de salvación, para que aparezcamos delante de Dios tan blancos como la nieve.
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Apocalipsis 7:13,14
Uno de los ancianos me preguntó diciendo:
«Estos que están vestidos con vestiduras blancas, ¿quiénes son y de dónde han venido?»
Y yo le dije: «Señor mío, tú lo sabes.»
Y él me dijo: «Estos son los que vienen de la gran tribulación; han lavado sus vestidos y los han emblanquecido en la sangre del Cordero.»
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¿No quisiéramos nosotros también vestirnos con estas vestiduras blancas?
Dios ha preparado una de ellas especialmente para usted y se la ofrece en este momento.
¿Por qué no aceptar este regalo de vida eterna?
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Romanos 6:23
Porque la paga del pecado es muerte; pero el don de Dios es vida eterna en Cristo Jesús, Señor nuestro.
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Hebreos 2:3
¿Cómo escaparemos nosotros si descuidamos una salvación tan grande?
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2 Corintios 6:2
¡He aquí ahora el tiempo más favorable! ¡He aquí ahora el día de salvación!
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No posponga su decisión para mañana. Acepte a Cristo Jesús en este mismo momento como su Salvador personal.
Tal vez mañana sea demasiado tarde.
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Pantalla 32
Agradezcámosle a Dios por Su maravilloso plan de salvación:
¡Oh Señor!
Reconocemos que somos pecadores, y que nuestra paga es la muerte. Pero Te pedimos que nos hagas sentir el arrepentimiento en nuestro corazón, para que sintamos la necesidad de un Salvador.
Por favor, perdónanos todos nuestros pecados, y ayúdanos a enmendar todo el mal que hayamos causado al cometerlos.
Confiamos en Tí completamente, Padre, y aceptamos a Jesús como nuestro Señor y Salvador personal.
Te pedimos también que nos ayudes a renovar este compromiso diariamente. En el Nombre de Cristo Jesús oramos.
Amén.
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